Decía Philip Marlowe: «Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo». Rocoso inclaudicable, honesto a su pesar, Marlowe siempre recibió más de lo que pegó, cobró menos de lo que pagó y siempre quedó del lado de los solitarios. Novelas como El largo adiós no son solo grandes novelas policiales, sino también historias de desazón y el romanticismo más duro: ese que añora algo que nunca existió y que, encima, jamás volverá.
Pero hay otro libro en nuestras manos para leer sobre qué significa el detective del policial negro. Quizás también para entender por qué ha sido tan recuperado en la literatura contemporánea, aún cuando ya nadie cree realmente en el hombre parco del piloto largo. Es Bogart, del crítico de cine y escritor español Manolo Marinero, quien se suicidó en 2004. El libro de Manolo hace algo increíble: capta una escencia a partir de una obsesión, un fetiche, un amor por Humphrey Bogart. Mezcla de biografía y decálogo, libro apasionado si los hay, el Bogart de Marinero hace el primer diccionario de términos relacionados con Bogart. Y al llegar a la F nos encontramos con una palabra:
«FRONTERA: Estar en la frontera significa estar en el límite. Ser de la frontera significa vivir en el límite, o ser de una manera que con frecuencia se está en el límite. Ser un frontera significa ser de un modo que le hace a uno asumir el vivir en el límite. Voluntariamente, o instintivamente, o irremediablemente. Por convicción y elección, o por necesidad desesperada. Los fronterizos van hasta el final de sus posibilidades (…) Generalmente, los fronteras son considerados personas que van al ataque, cuando en realidad lo que hacen es una defensa a ultranza de derechos, principios personales, de su vida tal como la han encontrado por desdicha o tal como la han construido con esfuerzo, o de sus ilusiones».
Fronteras son Bogart, Hemingway, Artaud, el Dean Moriarty de Jack Kerouac, Rosa Luxemburgo y Goethe, Francisco Pizarro y Hernán Cortés, Achab e Ismael, los personajes de Aristarain, Rodolfo Walsh, Dylan Thomas. Poetas, actores actores y actrices, músicos, personajes históricos, conquistadores, filósofos. Cuando todos pensábamos que «la frontera» separaba y asignaba identidades a partir de esa separación, Marinero dice: el «ser frontera» cruza la historia y la ficción. Quédense con su línea imaginaria, que yo trazo la mía, la de los principios inclaudicables.
Como siempre, con los controles de Nicolás Moggia y la conducción de Agustín Montenegro, esta vez compartiendo espíritus fronterizos, por la Radio Gráfica 89.3