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Bob Dylan, parte III: La revolución de Judas

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En 1965, la mente de Bob Dylan es un vórtice de palabras. Escribe en autos, en casas ajenas, en salas de ensayo. Escribe durante días, canciones larguísimas. Escribe drogado, borracho. Escribe en una habitación con Joan Baez, con su productor, Albert Grossman. Escribe en las habitaciones de sus amantes.

Es el 25 de julio de 1965 y el tradicional Festival Folk de Newport, localidad donde la clase alta se deleitaba con los acordes progresistas del folk de Baez, Pete Seeger o el propio Dylan, la estrella que todos esperaban ver cantar los hits de su producción folk: Blowin’ in the wind, A hard rain’s gonna fall, Don’t think twice it’s all right._89606921_dylanmontage

Por despecho o por venganza, o por demostrar un punto de vista o por darle una lección a alguien, la noche del 24 Dylan apalabra a su banda compuesta por Mike Bloomfield y Al Kooper, entre otros.

Y justo cuando la gente esperaba al Dylan de botas, vaqueros, camisa de trabajo y guitarra acústica, se encuentra a una banda de hipsters forajidos salidos de una novela de Kerouac. Tocan despiadados, tocan sin que les importe absolutamente nada: es el caos en forma de sonido, de sonido podrido, rabioso. Dylan no canta: aúlla.

dfd4373981be0f1add85b0c3c5a2d990Para nuestros propósitos, el capítulo bisagra de Bob Dylan lo sitúa en 1965-1966: tiene 25 años y cambió la historia para siempre. A partir de él se transformarían el folk, el rock, la forma de escribir canciones, el diálogo con la literatura y la poesía. 1965 y 1966 lo encuentran grabando la quería su canción más conocida: Like a Rolling Stone. Y otras, igual de grandiosas: la larguísima Sad Eyed Lady of the Lowlands, la surrealista Desolation Row, la circense Rainy Day Woman #12 & #35. Y lo encuentran también con los vagabundos de The Band, que le dieron soporte a ese momento definitivo en el cual Bob Dylan, el Cristo de la canción folk, es acusado de ser un Judas. Y lejos de ofenderse, el traidor le grita a los curtidos Garth Hudson, Robbie Robertson, Richard Manuel, Rick Danko y Mickey Jones, el suplente del baterista Levon Helm: «toquen más fuerte que la mierda».

 

Más tarde vendrán la religión, las canciones como cuadros impresionistas, las infinitas transformaciones de Bob Dylan hasta el día de hoy. Pero es ahí, en esos años, donde Bob Dylan se vuelve parte de un surrealismo beat, tan mainstream como antisistema. El momento en el no podía parar de escribir, porque simplemente las palabras no paraban de aparecer en su cabeza.

Un nuevo programa de Las lecturas, con Nico Moggia en los controles, la conducción de Agustín Montenegro y, como siempre, por la Radio Gráfica 89.3

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